Los japoneses han estado produciendo madera durante 700 años sin cortar árboles. En el siglo XIX, la extraordinaria técnica daisugi nació en Japón. De hecho, los daisugi proporcionan que estos árboles serán plantados para las futuras generaciones y no serán cortados sino podados como si fueran árboles bonsái gigantes; al aplicar esta técnica a los cedros, la madera que se puede obtener es uniforme, recta y sin nudos, prácticamente perfecto para la construcción.